Sal de tu zona de confort, pero con cabeza

Tienes que salir de tu zona de confort. Una frase que todos habremos oído alguna vez. Es un concepto interesante, pero creo que muchas veces se interpreta mal, o se exagera.

El concepto es sencillo, en principio. La zona de confort es ese estado en el que nos encontramos cómodos, seguros y sin estress. Haciendo nuestro trabajo de siempre, nuestras rutinas, con nuestras aficiones de toda la vida.

Salir de la zona de confort es hacer cosas nuevas, intentar nuevas técnicas de trabajo, probar nuevas aficiones. Dicen por ahí que es «donde sucede la magia». Es posible que hayas leído listas de consejos para salir de la zona de confort, con cosas como aprender un idioma nuevo, conocer a una nueva persona cada día, intentar algo que siempre te dio miedo.

Pero, ¿y esto para que? ¿De que me sirve aprender un idioma nuevo que tal vez no vaya a necesitar? ¿Necesito buscar nuevas aficiones de forma continuada cuando ya tengo las mías propias que se que me gustan y con las que soy feliz?

Una mujer en su zona de confort

La zona de confort al estudiar un idioma

Voy a poner un ejemplo. Seguro alguna vez habrás estado en esta situación. Imaginemos que estamos estudiando inglés porque lo necesitamos para el trabajo.

Así que hemos reservado media hora cada día para estudiar gramática y nos hemos instalado una de esas aplicaciones para aprender vocabulario. Incluso es posible que vayamos a clases una vez por semana.

Todo eso está muy bien, pero la realidad es que para mejorar el idioma necesitamos hablarlo. Y sabemos que deberíamos buscarnos un tandem, o apuntarnos a algún grupo local de intercambio de idiomas. Pero nos da pereza. Nos da vergüenza hablar en inglés. No nos apetece tener que quedar con un desconocido y hablar en un idioma que no dominamos.

Y es aquí cuando se aplica perfectamente la idea de ¡sal de tu zona de confort! Si quieres mejorar en ese idioma no basta con quedarte en casa haciendo ejercicios de gramática y repitiendo listas de palabras en el móvil. Tienes que hacer algo que en principio no te resulta cómodo ni te apetece demasiado, pero que es necesario para seguir progresando.

Sal de la zona de confort, pero solo si es necesario

Si definimos la zona de confort como esa zona en la que nos encontramos cómodos y seguros, ¿por qué deberíamos salir de ella? Es decir, si yo estoy contento con mi vida y mi trabajo, ¿por qué debería ponerme a probar cosas nuevas por que si?

La clave es no hacerlo porque si, sino cuando no estemos del todo contentos con nuestra vida y trabajo y pensemos que queremos mejorar. Pero aunque muchas veces sepamos cuales son los pasos a dar, nos da pereza darlo. Aparte del aprendizaje de un idioma, se me ocurren más ejemplos:

– Queremos mejorar nuestra vida laboral, y sabemos que hay un curso online que nos vendría bien. Pero nos da pereza tener que dedicar a estudiar un tiempo que podríamos dedicar a ver series.

– Estamos pensando que nos gustaría encontrar pareja, pero nos da pereza apuntarnos a una de esas webs de citas.

– Necesitamos mejorar el funcionamiento de nuestra pequeña empresa. Pero pensamos que implementar un sistema de producción más eficiente va a resultar un quebradero de cabeza.

– Nos gustaría mejorar nuestra habilidad tocando la guitarra. Nos han propuesto formar un grupo y ensayar más a menudo, pero no lo vemos muy claro.

En todos estos ejemplos el problema es parecido. Estamos muy cómodos en nuestra zona de confort y no queremos dar el salto.

Conclusiones

El salir de la zona de confort es un concepto interesante, pero que a veces se ha llevado tan al extremo que acaba por resultar contraproducente.

La zona de confort es algo que nos retiene a la hora de dar un paso. Saber que este concepto existe y detectarlo es muy útil. Nos ayuda a darnos cuenta de que nuestro perezoso cerebro nos está impidiendo llevar a cabo una posible mejora personal.

Así que en definitiva: Hay que salir de la zona de confort. Pero cuando sea necesario hacerlo. Mientras, podemos quedarnos en ella. Que estar cómodo tampoco está mal.

(Imagen de Pete Johnson, obtenida en Pexels)